miércoles, 25 de junio de 2008

Paranoid park



Se dice que la adolecencia es una de las etapas más difíciles en la vida, mucho he escuchado acerca de ese periodo y quienes conviven con adolescentes seguramente saben que parece que viven en un mundo diferente, alguna vez escuche que todo ese estilo independiente, desentendido es totalmente normal y formativo, quizá el problema es cuando se prolonga por más tiempo de lo normal.


Esta película trata en el fondo de eso "la adolescencia", es ese tiempo en el que los demás no importan –y el director asi nos lo plantea – lo único que importa es nuestro mundo,
el director nos muestra la visión de un joven acerca del divorcio, los amigos, las chicas, el sexo, las drogas, el hogar, la diversión, la escuela, en fin nos propone como un adolecente de clase media ve la vida, la vive y nos muestra un hecho trágico,---la muerte de un policia--- la manera en que lo llega a manejar el joven en cuestión; la forma en que resuelve el problema es sorprendente y por demás difícil.

POESÍA MINIMALISTA
Con “Last Days”, la crítica dio por concluida la llamada “Trilogía de la Muerte” del director Gus Van Sant, iniciada en 2002 con la mala acogida de “Gerry”, film al que sucedió el éxito de “Elephant” (2003), vencedora de la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes de ese mismo año. Sin embargo, el actual realizador-icono de la esfera independiente americana ha querido ampliar este ciclo sumergiéndose, una vez más, en una desalentada psicología adolescente.
“Paranoid Park”, definida por el propio director como “una visión de 'Crimen y castigo' en el mundo de los adolescentes que practican el skate-boardrepite”, penetra en la mente de un joven adolescente melancólico, solitario, impertérrito hasta que un terrible suceso fortuito sacude todo su universo, sumergiéndolo en un agitado pantano de culpa y remordimiento. De este modo el protagonista, Alex, se hunde en un claustrofóbico cosmos adolescente en el que los adultos no tienen cabida.

Uno de los atractivos de este film radica en la soberbia dosificación de la información que nos ofrece un montaje muy particular, característico del nuevo cine de Van Sant, en el que se llevan a cabo inteligentes y frecuentes saltos temporales en torno a la acción clave del film.
Otro factor notable de la obra es la inserción de dinámicas escenas a cámara lenta de skaters en plena acción, rodadas en un exquisito súper 8 granulado bajo la dirección fotográfica de Rain Kathy Li. El resto del film, rodado en 35 mm con dirección de fotografía del australiano Christopher Doyle, se apoya en intensos y acompasados primeros planos sobre el mustio protagonista, el debutante Gabe Nevins, cuyo trabajo, afrontando un papel exento de exigencias interpretativas, es simplemente correcto.
La cámara acompaña al lacio adolescente a lo largo de lánguidos pasillos de instituto y tristes calles de Portland hasta el templo de las almas perdidas, Paranoid Park, “un lugar donde tienes la impresión de que, por muy mal que esté tu familia, siempre habrá alguien en una situación peor que la tuya”. Aquel lúgubre lugar, tal vez el único en el que nuestro protagonista se siente cómodo, será también testigo de la tragedia del joven.
Es realmente loable el trabajo de Gus Van Sant para lograr que la visión de un film con un ritmo esencialmente lento, escasos diálogos o narración y una historia tan sencilla se convierta en un auténtico acto de placer. ¿Cómo logra entonces Van Sant un resultado tan óptimo con un contenido tan limitado? A través de la forma, una brillante forma, un placentero experimento estético. Escenas de extrema belleza y profundidad psicológica, lugares que se convierten en personajes propios, tablas de skate que conforman dinámicas pinceladas sobre la pantalla. Y todo esto siempre acompañado de una banda sonora majestuosa, que en tantas ocasiones relega al personaje principal a un segundo plano. Es el triunfo de lo escueto, la divinidad de la sencillez. Una maravillosa poesía minimalista.
Eloy Van Cleef

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