miércoles, 8 de octubre de 2008

Swing ....en la alianza Francesa


Max, un chico de unos diez o doce años quiere aprender a tocar la guitarra. Miraldo, un virtuoso de la misma acepta darle clases. Max, poco a poco se enamora de Swing, una joven “manouche” (gitana) de su edad, una niña muy especial, con la que crea una hermosa e inocente relación llena de juegos y complicidad.

De este director vi recientemente Gadjo Dilo (1997) película que me dejó lo suficientemente motivada para esperar la proyección de cualquier otra de Tony Gatlif, y no me ha decepcionado.

El swing manouche nació con un verdadero genio de la música Django Reinhartdt (1910-1953), músico excepcional que había perdido su mano izquierda en un incendio. El swing manouche, a caballo entre el jazz, blues y flamenco, tiene entre sus representantes a grandes guitarristas gitanos: Joseph Reinhartdt, los hermanos Ferret o Tchavolo Schmitt, intérprete de Miraldo en la película.

Era la guitarra de Django Reinhartdt


Swing es una película humana, que, sin parecerlo, toca un tema importante, la difícil sedentarización del pueblo manouche. El cineasta gitano, Tony Gatlif nos presenta este mundo desconocido a través de un ojo “extranjero” , un “gadjo” – joven en busca de un determinado tipo de música en Gadjo Dilo (El Extranjero Loco) o Max, un niño que aprende a tocar la guitarra en Swing.

La película casi parece una fábula: “Érase una vez un niño que, a través de un objeto mágico -la guitarra de Django Reinhardt- penetra en un mundo diferente y extraño, la cultura gitana. Allí descubre el amor con una princesa de los barrios bajos llamada Swing, antes de volver a la realidad. “

Tchavalo Schmitt encarna, con una presencia increíble a un profesor de música impaciente e irascible que se transforma a veces en padre sustituto para Max.

Lo mejor de la película radicaría (de no aparecer la música) en la descripción de una minoría que sufre por no poder vivir según sus costumbres ancestrales, por no poder viajar. Esta minoría, cada vez más ignorada y marginada, está condenada a vivir fuera de la ciudad, de la sociedad. No hay grandes “discursos”, sólo algunos detalles embargados de verdad: la escritura de una carta a la seguridad social, el relato sobre los campos de concentración de una abuela. Y queda el amor a la música como último sbresalto de una cultura que no debería perderse, una música ¿“el blues manouche”?, de un tiempo pasado y revuelto. La música es el centro de la película, es el alma de la misma, su latido, la que crea la magia como en el magnífico concierto “improvisado” en la caravana de Miraldo.

Swing no es una película revolucionaria en su expresión cinematográfica pero consigue emocionar.

via cachito.wordpress.com



No hay comentarios: