jueves, 12 de marzo de 2009

La duda, excelente pelicula

La duda - Crítica por Carlos Giacomelli

La dudaDieciocho años después de su última (y primera) película como director, "Joe Contra el Volcán", John Patrick Shanley adapta su propia obra valedora de un Pulitzer y un Toni, "La Duda", que cuenta con con sendas nominaciones tanto para su guión como para la práctica totalidad de su reparto, encabezado por Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman y Amy Adams.

El padre Flynn está tratando de cambiar las estrictas normas del colegio de la parroquia de San Nicolás, que durante años han sido fieramente salvaguardadas por la hermana Aloysius Beauvier, una directora con mano de hierro que cree firmemente en el poder de la disciplina.
Vientos de cambio político están barriendo la comunidad, y de hecho el colegio ha aceptado a su primer alumno negro, Donald Miller. Pero cuando la hermana James, una inocente profesora, le comenta a la hermana Aloysius sus sospechas acerca de la "excesiva atención" del padre Flynn hacia Donald, la superiora comienza una cruzada personal para sacar a la luz la verdad... Sin una sola prueba aparte de su convicción moral.

La traslación a la gran pantalla de una obra teatral nunca deja de resultar interesante. Acostumbrados a artificios propios del cine (y en especial del comercial norteamericano, que puebla como mínimo el 90% de carteleras semana tras semana), de vez en cuando nunca está de más que despunte una cinta basada (casi) únicamente en el guión y la interpretación.

Si hay una cinta que resulte especialmente significativa en este aspecto, esa es "La Duda", en la que tales características adoptan su máxima expresión de manera aplastante, hasta el punto de estar dividida en cinco o seis actos a lo sumo (obviando secuencias de unión entre uno y otro), en los que la acción no sale nunca de las cuatro paredes en que se ubica.

La duda

Queda claro por tanto, que lo único que importa a director y espectador es la recitación de sus actores, y no por nada "La Duda" cuenta con dos de los mejores del momento, en estado de gracia por si fuera poco.
Tanto Philip Seymour Hoffman como Meryl Streep, y todos los que les rodean (con especial hincapié a una sorprendente Amy Adams a quien habrá que seguir más de cerca) se enfrascan en sus complicados roles de manera natural y realista, convirtiendo todos y cada uno de sus diálogos en auténticas obras de arte de la actuación. Véase como ejemplo la (larguísima) secuencia en la que se reúnen los tres principales en el despacho de la directora, con constantes cambios de matices y tonos que van asumiendo por turnos de manera totalmente sobrecogedora, como si sólo ellos podían haber tomado parte en esta película.

Película que, por cierto, se antoja sumamente complicada de digerir debido a su argumento y su postura. Ambientada al poco tiempo del fallecimiento de JFK, "La Duda" propone un enfrentamiento entre dos posturas (una conformista y otra más abierta de horizontes) de la Iglesia, criticando una de las dos en particular (que no diremos para no desvelar el final del film) pero sin olvidarse de lanzar algún puñalada a la otra. Y aunque pudiera parecer una trama completamente ajena para el espectador ateo, lo cierto es que sirviéndose de la fe cristiana Shanley aprovecha para retratar a la sociedad (de antes y de ahora) y su comportamiento ante cambios inevitables y de difícil aceptación.

La duda

Con todo, cabe resaltar en el debe de la película una excesiva apatía general más allá de su reparto, que si bien buscada, no deja de suponer un duro bache para el espectador al flirtear con el tedio en más de una ocasión. Hasta la música (de Howard Shore) se limita a apariciones meramente testimoniales, aupando la sensación de lentitud y pesadumbre en ocasiones excesiva hasta para el más voluntarioso.

Sin ser, por tanto, una película redonda, "La Duda" es ante todo una gran muestra de lo que puede dar de sí una Buena Actuación (en mayúsculas), pues todos sus actores, niños incluidos, están simplemente perfectos.
Sin embargo, su difícil ritmo y estructura completamente alejada de los cánones cinematográficos la convierten en una cinta difícilmente aconsejable, válida sólo para los que acepten sus condiciones de antemano. De ser así, no cabe duda de que se disfrutará enteramente, pero no está de más plantearse hasta qué punto tienen razón de ser (comercialmente hablando) tales mixturas entre cine y teatro, géneros de tan natural fusión a priori como quizás irreconciliables en algunos casos.

Carlos Giacomelli - La casa de los horrores


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