domingo, 14 de marzo de 2010

¿Por qué escuchar Brahms?


2 Porque Brahms no está en las rokolas.

3 Porque Brahms te conduce al suicidio.

4 Porque Brahms te salva del suicidio.

5 Se escucha Brahms cuando finalmente se cruza el umbral de la belleza.

6 Se escucha Brahms cuando el amor te desborda y Chopin te resulta insuficiente.

7 Se escucha Brahms cuando no hay más remedio. Cuando todos los demás orificios de la música están cerrados con el corcho del vino adulterado.

8 Se escucha Brahms cuando la noche te abraza en su maleficio, y tú aún crees que amanecerá.

9 Se escucha Brahms cuando Mozart llama a la puerta y no estás preparado.



10 Se escucha Brahms cuando la escasa hombría que te queda te desborda y eres el hazmerreír.

11 O cuando tu chava semeja a Klara Schumann concentrada en el lirismo hiriente, y tú esperas que te ame —cuando su corazón está puesto en otro (que es siempre).

12 Se escucha Brahms cuando dejas que el alcohol se adueñe de tu voluntad.

13 Cuando no hay palabras para declarar tu amor, se escucha Brahms.

14 Cuando te encuentras más desolado que un pan de muerto en abril, se escucha Brahms.

15 Cuando sobreviene la imagen de tu padre, se escucha Brahms.

16 Cuando sobreviene la imagen de la mujer que nunca será tuya, se escucha Brahms.

17 Cuando sobreviene la imagen de la mujer que te engañó con tu mejor amigo, se escucha Brahms. Y si no lo escuchaste en ese momento ya no lo escuchaste jamás. Y tu mejor amigo se seguirá tirando a tu mujer —nada nuevo, por cierto.

18 Cuando amas demasiado a Paganini, y te imaginas que el violín es el soberano de los instrumentos, que atrás del violín sólo hay rencor y coraje, es el mejor momento de escuchar Brahms. Jefe de jefes, a cuyo lado todo es pálpito de perro dócil y faldero.

19 Y cuando la mujer que te besa en sueños le pertenece a tu peor enemigo, se escucha Brahms. Y si no tienes ni la menor idea de quién es Brahms, cualquiera sirve para salir del entripado ―se sugiere José Alfredo, o ya de perdida Cuco.

20 Porque si para ti escuchar es un modo de inocularte veneno, se escucha Brahms. Para que el efecto sea devastador, rotundo e inmediato —si es que estos tres adjetivos pueden ir juntos, sin demérito de lo nombrado—. Entonces se escucha Brahms.

21 Porque en cada hombre que ve a tu amada, en cada hombre que abreva del mismo oxígeno, en cada estúpido, fokin enemigo que dirige su misma nariz a las axilas de tu chava, ves al hombre que se la va a llevar y que te va a dejar en medio del desierto. Donde siempre debiste estar. Cara al sol. Cara a la nada. Cosa que nunca entenderás: la nada. De ahí vienes y hacia allá vas. Grábatelo. Antes o después de escuchar Brahms. Da igual.

22 Porque la noche es infernal, se escucha Brahms. ¿Qué significa que la noche es infernal? Que tu visa ha llegado al límite. Que más allá de tus narices sólo se distingue podredumbre y nostalgia, mansedumbre y oído absoluto sujeto a la noche de los tiempos.



23 Porque para ti escuchar es un modo de inocularte una adicción, escuchas Brahms.

24 Porque en cada hombre que deposita sus ojos en tu amada ves a un enemigo potencial, escuchas Brahms.

25 Porque la noche te abruma con sus verdades, que se reducen a tres: eres mediocre, eres mediocre y eres mediocre, escuchas Brahms.

26 Porque acontece que no encuentras un sitio en el cual resguardarte, ni una voz fraternal que te acoja, en fin porque estás hecho un desastre, escuchas Brahms.


via milenio.com

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