jueves, 4 de agosto de 2011

El encanto del erizo

El fin de semana pasado cayó en mis manos esta deliciosa película, tan solo por las imágenes de París me resultaba atractiva la portada, en el primer intento de verla el reproductor falló y apesar de estar acostumbrado a escuchar acento del español de la península en el caso de las traducciones de cine algo hacen que generalmente es nefasto, en el segundo intento mi reproductor de DVD  si me permitió verla y escucharla en su sonido original y con subtitulos  la obra es muy buena, el ritmo suave en que se van sucediendo las historias de los habitantes de un edificio típico de cualquier barrio de París me fué envolviendo entre lentamente como en un caracol y sin darme cuenta no pudé apartar mi atención

Busqué información acerca de la película y descubrí que se presento en México el año pasado en el tour de cine francés  al parecer con muy buena respuesta les comparto una nota publicada en La Jornada el año pasado y les dejo el comercial.







De las películas seleccionadas para el 14 Tour de Cine Francés, destaca el primer largometraje de la realizadora Mona Achache, El encanto del erizo (Le hérisson), basada en la exitosa novela de Muriel Barbery, La elegancia del erizo. El título alude al carácter hosco, aparentemente intratable, de una típica portera parisina, personaje pintoresco que Roman Polanski capturara memorablemente en El inquilino, su película de suspenso de 1976. Lo que hoy intenta la comedia romántica de Achache es reconciliar al espectador con ese tipo de porteras parisinas, mostrando que los energúmenos insufribles pueden esconder bajo su caparazón de espinas, una personalidad entrañable. El método para lograrlo consiste en revitalizar la comedia urbana que con tanto éxito ensayara el director galo Cédric Klapisch, particularmente en la película Chloé busca a su gato (Chacun cherche son chat, 1996). Pero lo que en aquella cinta era una pequeña anécdota que servía de pretexto para lanzar a varios personajes al lúdico recorrido de un barrio popular, hoy se vuelve exploración de un microcosmos burgués enclavado en un barrio elegante de París.
El edificio en que vive la joven Paloma (Garance Le Guillermic, 11 años, alma de filósofa, temprana vocación de suicida) es tan ostentosamente convencional y tan conservador en sus manías de urbanidad, que parece concentrar varias décadas de una tradición rancia. Mucho más de lo que la sensible y perspicaz Paloma puede soportar. Habiendo planeado poner fin a los 12 años a una existencia sin alicientes ni sentido, la joven tendrá su prueba de fuego existencial al entrar en contacto amistoso con Renée (Josiane Balasko), una portera malhumorada, lectora voraz de Tolstoi, y con un impecable inquilino japonés, Kakuro Ozu (Togo Igawa), quienes paulatinamente, y casi sin proponérselo, contribuirán vigorosamente a la educación sentimental de Paloma.
El encanto del erizo ofrece en su trama sencilla la materia y sustancia de un cuento moral. Cuidadosamente evita el trazo grueso de la comedia urbana (El destino fabuloso de Amélie Poulain,Jean Pierre Jeunet, 2001), y sus detalles surrealistas y su fresco social tan nostálgico de las añejas virtudes de la Francia profunda, para concentrarse de modo muy fresco y muy distinto en tres personajes cuyos destinos se entrecruzan en tres niveles de un mismo edificio, confundiendo nacionalidades y clases sociales en un sutil comentario social. La portera Renée se ha integrado de modo radical al inmobiliario que cuida celosa y metódicamente. Luego de la pérdida de su esposo, ausencia que nadie en el edificio llega a notar o a echar de menos, la viuda naufraga en la desazón moral y el completo desaliño de su persona. Ella es un ser tan práctico para el funcionamiento del edificio como prescindible socialmente: una persona-objeto, un accesorio más del inmobiliario que la gente cruza sin tomar en cuenta. Renée vive así enclaustrada en su minúsculo apartamento de portera, rodeada de una biblioteca secreta, acompañada de un gato fiel y perezoso.
La cinta describe el encuentro de la inteligentísima niña suicida y la empleada autodidacta y misteriosa, un encuentro propiciado por un japonés seductor y maduro que guarda la clave de una posible liberación venturosa. ¿Cómo se relacionan estos personajes? ¿De qué manera triunfa el gusto por el arte y la literatura sobre la indolencia, el fatalismo y una bajísima autoestima? Josiane Balasko, experimentada humorista del grupo parisino Le Splendid en los años 80, también protagonista, guionista y realizadora de La amante de mi mujer(Gazon maudit, 2005), una de sus múltiples comedias populares con que quiso rivalizar con el sarcasmo provocador de Bertrand Blier (Les valseuses, 1974), da un giro importante en su carrera artística con esta vigorosa interpretación de Renée, la portera espiritualmente extraviada en su minúscula conserjería de planta baja. El resultado es atractivo: una película melancólica, cargada de humor y de ironía, sobre el presentimiento y significado de la muerte, las revelaciones sorprendentes de una existencia gris, y los talentos celosamente resguardados que protegen de la mezquindad moral.







































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