miércoles, 28 de septiembre de 2011

Los pazos de Ulloa


Emilia Pardo Bazán
(1851-1921)
Emilia Pardo Bazán fue una de las escritoras españolas más eminentes del siglo XIX.  Escribió más de 500 obras utilizando una variedad de géneros literarios, aunque se conoce más como novelista.  Una de sus mayores contribuciones fue el hecho de propagar el movimiento literario del naturalismo en España, iniciando un gran debate sobre el tema.  Pardo Bazán además, fue una de las primeras feministas de su época.  Publicó varios artículos en los cuales denuncia el sexismo predominante en España y sugiere cambios a favor de la mujer, empezando con la posibilidad de una educación semejante al que recibía el hombre.
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Los pazos de Ulloa
Es igualmente de corte naturalista Los pazos de Ulloa (1886), la novela más importante de Emilia Pardo Bazán. Esta obra está ambientada en una de las zonas rurales más atrasadas de Galicia y se centra en el choque de unos personajes sensibles, educados en la ciudad, con otros personajes, representativos del ambiente degradado y brutal que reina en una aldea.
Los personajes de Los pazos de Ulloa aparecen, de acuerdo con las tesis de Zola, determinados por el medio ambiente. De un lado, Pedro Moscoso, señor del pazo de Ulloa, aristócrata decadente y embrutecido, dominado por sus criados. Del otro, Nucha, la joven esposa traída de la ciudad, y Julián, el capellán recién salido del seminario. Ambos sucumbirán ante la terrible hostilidad de la aldea, un "paisaje de lobos". El relato se convierte así en una dura visión del campesinado y del mundo rural, totalmente opuesta a la visión idílica que ofrecía Pereda. 


Los pazos de Ulloa fueron llevados a la television en una serie en 1985 la misma que puede ser vista en linea en el sitio de RTVE Los pazos de Ulloa 

PARDO BAZAN, Emilia: Los pazos de Ulloa, 1886
1. Resumen del argumento: "Los Pazos de Ulloa" narra la historia de don Pedro, marqués de Ulloa, el cual vive en un valle gallego a la manera de un señor feudal. La acción comienza con la llegada de don Julián, un joven sacerdote criado en casa del señor de la Lage, tío de don Pedro, que ha sido enviado como administrador de la hacienda del marqués. Allí descubre la corrupción y el desorden en el que se vive en el señorío de Ulloa: Don Pedro vive amancebado con Sabel, hija de Primitivo, criado y cacique de la casa, de quien Don Pedro no puede prescindir; el abad de Ulloa es un clérigo aficionado al vino y a la caza; Sabel provoca de manera continua y descarada al sacerdote. Todo esto lleva al clérigo a sugerir a don Pedro que cambie de vida y se case. Don Pedro acepta y acude a casa de su pariente el señor de la Lage; y, pese a que todos esperan que pida la mano de Rita, la hermana mayor y más bella, don Pedro —aconsejado por don Julián— elige a Nucha, la hermana menos agraciada.
Al cabo de un tiempo, don Pedro decide regresar al pazo y envía a don Julián a preparar las cosas. Este tiene miedo de Primitivo que ya quiso dispararle cuando sugirió a don Pedro el viaje a Santiago. Pero, ante su sorpresa, todos se muestran dóciles a sus órdenes aunque sólo en apariencia, ya que luego terminarán por hacer lo que Primitivo decide.
Nucha queda embarazada y don Pedro espera que su hijo sea varón. Pero Nucha da a luz una niña. Desde ese momento, su marido vuelve a mantener relaciones con Sabel, y Primitivo y su gente parecen recobrar los poderes perdidos. Nucha apenas es atendida por su marido y sólo don Julián la acompaña y consuela.
En esta época don Pedro se presenta como candidato a las elecciones. Nucha espera que el triunfo de su marido le permita cambiar de residencia y de vida, pero los manejos de Primitivo trucan la que parecía inevitable victoria del marqués. Los acontecimientos se precipitan: Perucho, el hijo de don Pedro y Sabela, despechado por el rechazo de Nucha, que ha adivinado la verdad sobre su nacimiento, difunde la especie de una relación culpable —que no existe— entre don Julián y Nucha. Cuando corre a decírselo a don Pedro, a instancias de su abuelo, ve cómo Primitivo es asesinado por el Tuerto, pistolero a sueldo de uno de los caciques, que pretenden vengar así la derrota electoral. Don Pedro, en una escena terrible, acusa a su mujer y expulsa de la casa a don Julián. Este, en una perdida aldea gallega, recibe la noticia de la muerte de Nucha pocos meses después.
Diez años más tarde será nombrado párroco de Ulloa, donde contemplará cómo Perucho va vestido como corresponde al heredero de la casa, mientras la hija de Nucha se cubre con prendas mucho más modestas.
2. La autora ha cuidado la composición de la novela y la manera de narrar: el predominio de los puntos de vista y la tendencia al ocultamiento del narrador omnisciente preludian la novela del siglo XX.
El estilo literario es correcto, vivo, expresivo, en ocasiones minucioso, pero nunca estetizante. Como en tantos novelistas del realismo predomina lo funcional: el estilo al servicio del contenido. No se busca la belleza ni la brillantez de la expresión, sino la exactitud de la descripción, la verosimilitud en los hechos y la fuerza en la narración.
Por otro lado, el lenguaje es homogéneo, con las excepciones del empleo de términos gallegos o de expresiones coloquiales o peculiares de algún sector lingüístico. Hay que destacar su gusto por las precisiones médicas y por el léxico especializado de dicha disciplina, que utiliza con frecuencia.
3. Los grandes temas que Pardo Bazán expone en la novela son tres: una visión cruda —naturalista— del campo gallego; el contraste entre la vida en la aldea y la vida en la ciudad; y la corrupción del sistema electoral basado en el caciquismo y en la ignorancia. Los temas segundo y tercero sirven de complemento al primero, que constituye el eje básico de la novela.
La sordidez de la vida en los pazos, donde los criterios morales parecen estar ausentes, y los desmanes de la vida rural son descritos con crudeza. Es frecuente en la autora el recurso constante a las razones ambientales, fisiológicas y médicas para explicar conductas, aunque sin llegar a un completo determinismo.
En la misma línea naturalista hay que situar el enfrentamiento entre la ciudad y la aldea. La novela simboliza el triunfo de esta última, con un Perucho vestido elegantemente, según la costumbre tradicional que exige que la sucesión nobiliaria siga la línea masculina. La hija legítima, sin embargo, va pobremente vestida, como si no fuera hija del marqués. Sabel, la mujer de la aldea, permanecerá en la casa, mientras que la mujer de la ciudad, Nucha, será tachada de infiel y morirá a causa de su debilidad física pocos meses después. Ha sido la concubina, y no la mujer legítima, quien ha dado un hijo varón al señor semifeudal. Pero, por otro lado, el triunfo de la aldea y de la naturaleza supone también el triunfo de la barbarie y de la injusticia. La novela adquiere en este punto, aunque no de una manera explícita, un tono agudamente crítico. La farsa en que se convierten las elecciones y la amoralidad como criterio de conducta son ejemplos significativos.
Por último, se presenta la crítica del caciquismo como sistema político imperante en el mundo rural (si bien impulsado desde la también corrupta ciudad). Pardo Bazán plasma con fuerza inusitada los turbios manejos de los caciques de uno y otro bando; la beligerancia de buena parte del clero, que por su condición debiera permanecer neutral y se convierte, sin embargo, en agente principal de una de las facciones; la crueldad de los pistoleros a sueldo que emplean sin recato ambos bandos y hacen gala de una total falta de escrúpulos para llevar a cabo toda clase de engaños electorales, etc.
 

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