miércoles, 28 de septiembre de 2011

Fernando del Paso Palinuro de México




Fernando del Paso Morante nació en la ciudad de México en 1935. Cursó los bachilleratos de ciencias biológicas y económicas, así como dos años en la facultad de Economía de la UNAM. Su primera novela,José Trigo, fue publicada en 1966, año en el que obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia. En 1976 aparecióPalinuro de México, que recibió el Premio de Novela México a la mejor novela inédita y, posteriormente, el Premio Internacional Rómulo Gallegos (1982) y el Premio a la Mejor Novela Publicada en Francia (1985). Su tercera novela, Noticias del Imperio, fue publicada en 1986. De estas dos últimas obras existen traducciones al inglés, francés, portugués, alemán, holandés y chino. En 1995 se publicó su cuarta novela,Linda 67; en 1998 La muerte se va a Granada, obra de teatro en verso sobre Federico García Lorca, y en 1999 Cuentos dispersos, libro editado por la UNAM.

Del Paso ha escrito también ensayo y poesía, además de una serie de sonetos bajo el título Sonetos del amor y de lo diario. Publicó dos pequeños libros en verso para niños: De la A a la Z por un poeta, y Paleta de diez colores. Trabajó en diversas agencias de publicidad y ha incursionado también en el periodismo cultural. Vivió dos años en Estados Unidos (como participante del International Writing Program de la Universidad de Iowa City), catorce en Londres (como colaborador de la British Broadcasting Corporation) y ocho en París, donde se desempeñó como consejero cultural y después como cónsul general de México.

Entre 1997 y 1998, la exposición titulada “Destrucción del Orden”, compuesta por quince obras de técnicas mixtas, recorrió varias ciudades del país. Como dibujante y pintor ha presentado sus obras en Londres, Madrid, París y varias ciudades de Estados Unidos. Su serie 2000 caras de cara al 2000 se presentó en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México, en el Hospicio Cabañas, en la ciudad de Guadalajara, y en el Festival Internacional Cervantino, en Guanajuato. También ha expuesto en el Museo Carrillo Gil.

En 1991 le otorgaron el Premio Nacional de Letras y Artes, y en 1998 fue nombrado Miembro Honorario de The American Association of Teachers of Spanish and Portuguese.

Es uno de los novelistas mexicanos más originales; su José Trigo, que describe la vida de un hombre en un paralelismo con el movimiento ferrocarrilero de 1958, es una búsqueda exhaustiva del lenguaje y de las estructuras literarias; en Palinuro de México alude al Movimiento Estudiantil de 1968 y su interrelación con la ciencia; en Noticias del Imperio penetra en la mente enloquecida de Carlota; en Linda 67 incursiona en la novela policial.

Fernando del Paso ingresó en El Colegio Nacional el 12 de febrero de 1996. Su discurso de ingreso, “Yo soy un hombre de letras”, fue contestado por el doctor Miguel León-Portilla. 

Palinuro de México (fragmento)

La tía Luisa y Jean Paul un día visitaron La Tour du Merveilleux, que era, para asombro de la tia Luisa, una casa al revés: se entraba por el desván, y se subía después al tercer piso y luego al segundo, y al primero, y así hasta llegar a la planta baja y al sótano. Las alfombras y los muebles estaban clavados en los techos, las lámparas se levantaban en medio del piso como fuentes de cristal, y a través de las ventanas y gracias a un juego ingenioso de espejos y cristales, se veía todo París al revés.
(...)
Lo que nunca jamás pudimos medir fue nuestro amor, porque era infinito.
Era, si, como cuando Palinuro le preguntaba al abuelo cuánto lo quería.
- Mucho, muchísimo le contestaba el abuelo Francisco.
- Pero ¿cuánto, cuánto abuelo? ¿De aquí a la esquina?
- Más, mucho más.
- ¿De aquí al Parque del Ajusco?
- Más, muchísimo mas: de aquí al cielo de ida y de regreso, yéndose por el camino mas largo de todos y regresando por un camino todavía más largo. Y eso después de dar varios rodeos, de perderse a propósito, de tomar un café con leche en Plutón, de recorrer los anillos de Saturno en patín del diablo y de dormir veinte años como Rip Van Winkle, en uno de esos planetas donde las noches duran veintiún años: porque a mi me gusta levantarme temprano, cuando menos un año antes de que amanezca.
(...)
Hacíamos el amor compulsivamente. Lo hacíamos deliberadamente.
Lo hacíamos espontáneamente. Pero sobre todo, hacíamos el amor diariamente. O en otras palabras, los lunes, los martes y los miércoles, hacíamos el amor invariablemente. Los jueves, los viernes y los sábados, hacíamos el amor igualmente. Por últimos los domingos hacíamos el amor religiosamente.
O bien hacíamos el amor por compatibilidad de caracteres, por favor, por supuesto, por teléfono, de primera intención y en última instancia, por no dejar y por si acaso, como primera medida y como último recurso. Hicimos también el amor por ósmosis y por simbiosis: a eso le llamábamos hacer el amor científicamente. Pero también hicimos el amor yo a ella y ella a mí: es decir, recíprocamente. Y cuando ella se quedaba a la mitad de un orgasmo y yo, con el miembro convertido en un músculo fláccido no podía llenarla, entonces hacíamos el amor lastimosamente.
Lo cual no tiene nada que ver con las veces en que yo me imaginaba que no iba a poder, y no podía, y ella pensaba que no iba a sentir, y no sentía, o bien estábamos tan cansados y tan preocupados que ninguno de los dos alcanzaba el orgasmo. Decíamos, entonces, que habíamos hecho el amor aproximadamente.
O bien Estefanía le daba por recordar las ardilla que el tío Esteban le trajo de Wisconsin y que daban vueltas como locas en sus jaulas olorosas a creolina, y yo por mi parte recordaba la sala de la casa de los abuelos, con sus sillas vienesas y sus macetas de rosasté esperando la eclosión de las cuatro de la tarde, y así era como hacíamos el amor nostálgicamente, viniéndonos mientras nos íbamos tras viejos recuerdos.
Muchas veces hicimos el amor contra natura, a favor de natura, ignorando a natura. O de noche con la luz encendida, mientras los zancudos ejecutaban una danza cenital alrededor del foco. O de día con los ojos cerrados. O con el cuerpo limpio y la conciencia sucia. O viceversa. Contentos, felices, dolientes, amargados. Con remordimientos y sin sentido. Con sueño y con frío. Y cuando estábamos conscientes de lo absurdo de la vida, y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro, entonces hacíamos el amor inútilmente.
Para envidia de nuestros amigos y enemigos, hacíamos el amor ilimitadamente, magistralmente, legendariamente. Para honra de nuestros padres, hacíamos el amor moralmente. Para escándalo de la sociedad, hacíamos el amor ilegalmente.
Para alegría de los psiquiatras, hacíamos el amor sintomáticamente. Y, sobre todo, hacíamos el amor físicamente.
También lo hicimos de pie y cantando, de rodillas y rezando, acostados y soñando. Y sobre todo, y por simple razón de que yo lo quería así y ella también, hacíamos el amor voluntariamente. 
"




Los pazos de Ulloa


Emilia Pardo Bazán
(1851-1921)
Emilia Pardo Bazán fue una de las escritoras españolas más eminentes del siglo XIX.  Escribió más de 500 obras utilizando una variedad de géneros literarios, aunque se conoce más como novelista.  Una de sus mayores contribuciones fue el hecho de propagar el movimiento literario del naturalismo en España, iniciando un gran debate sobre el tema.  Pardo Bazán además, fue una de las primeras feministas de su época.  Publicó varios artículos en los cuales denuncia el sexismo predominante en España y sugiere cambios a favor de la mujer, empezando con la posibilidad de una educación semejante al que recibía el hombre.
Para más información utilicen los siguientes enlaces.


Los pazos de Ulloa
Es igualmente de corte naturalista Los pazos de Ulloa (1886), la novela más importante de Emilia Pardo Bazán. Esta obra está ambientada en una de las zonas rurales más atrasadas de Galicia y se centra en el choque de unos personajes sensibles, educados en la ciudad, con otros personajes, representativos del ambiente degradado y brutal que reina en una aldea.
Los personajes de Los pazos de Ulloa aparecen, de acuerdo con las tesis de Zola, determinados por el medio ambiente. De un lado, Pedro Moscoso, señor del pazo de Ulloa, aristócrata decadente y embrutecido, dominado por sus criados. Del otro, Nucha, la joven esposa traída de la ciudad, y Julián, el capellán recién salido del seminario. Ambos sucumbirán ante la terrible hostilidad de la aldea, un "paisaje de lobos". El relato se convierte así en una dura visión del campesinado y del mundo rural, totalmente opuesta a la visión idílica que ofrecía Pereda. 


Los pazos de Ulloa fueron llevados a la television en una serie en 1985 la misma que puede ser vista en linea en el sitio de RTVE Los pazos de Ulloa 

PARDO BAZAN, Emilia: Los pazos de Ulloa, 1886
1. Resumen del argumento: "Los Pazos de Ulloa" narra la historia de don Pedro, marqués de Ulloa, el cual vive en un valle gallego a la manera de un señor feudal. La acción comienza con la llegada de don Julián, un joven sacerdote criado en casa del señor de la Lage, tío de don Pedro, que ha sido enviado como administrador de la hacienda del marqués. Allí descubre la corrupción y el desorden en el que se vive en el señorío de Ulloa: Don Pedro vive amancebado con Sabel, hija de Primitivo, criado y cacique de la casa, de quien Don Pedro no puede prescindir; el abad de Ulloa es un clérigo aficionado al vino y a la caza; Sabel provoca de manera continua y descarada al sacerdote. Todo esto lleva al clérigo a sugerir a don Pedro que cambie de vida y se case. Don Pedro acepta y acude a casa de su pariente el señor de la Lage; y, pese a que todos esperan que pida la mano de Rita, la hermana mayor y más bella, don Pedro —aconsejado por don Julián— elige a Nucha, la hermana menos agraciada.
Al cabo de un tiempo, don Pedro decide regresar al pazo y envía a don Julián a preparar las cosas. Este tiene miedo de Primitivo que ya quiso dispararle cuando sugirió a don Pedro el viaje a Santiago. Pero, ante su sorpresa, todos se muestran dóciles a sus órdenes aunque sólo en apariencia, ya que luego terminarán por hacer lo que Primitivo decide.
Nucha queda embarazada y don Pedro espera que su hijo sea varón. Pero Nucha da a luz una niña. Desde ese momento, su marido vuelve a mantener relaciones con Sabel, y Primitivo y su gente parecen recobrar los poderes perdidos. Nucha apenas es atendida por su marido y sólo don Julián la acompaña y consuela.
En esta época don Pedro se presenta como candidato a las elecciones. Nucha espera que el triunfo de su marido le permita cambiar de residencia y de vida, pero los manejos de Primitivo trucan la que parecía inevitable victoria del marqués. Los acontecimientos se precipitan: Perucho, el hijo de don Pedro y Sabela, despechado por el rechazo de Nucha, que ha adivinado la verdad sobre su nacimiento, difunde la especie de una relación culpable —que no existe— entre don Julián y Nucha. Cuando corre a decírselo a don Pedro, a instancias de su abuelo, ve cómo Primitivo es asesinado por el Tuerto, pistolero a sueldo de uno de los caciques, que pretenden vengar así la derrota electoral. Don Pedro, en una escena terrible, acusa a su mujer y expulsa de la casa a don Julián. Este, en una perdida aldea gallega, recibe la noticia de la muerte de Nucha pocos meses después.
Diez años más tarde será nombrado párroco de Ulloa, donde contemplará cómo Perucho va vestido como corresponde al heredero de la casa, mientras la hija de Nucha se cubre con prendas mucho más modestas.
2. La autora ha cuidado la composición de la novela y la manera de narrar: el predominio de los puntos de vista y la tendencia al ocultamiento del narrador omnisciente preludian la novela del siglo XX.
El estilo literario es correcto, vivo, expresivo, en ocasiones minucioso, pero nunca estetizante. Como en tantos novelistas del realismo predomina lo funcional: el estilo al servicio del contenido. No se busca la belleza ni la brillantez de la expresión, sino la exactitud de la descripción, la verosimilitud en los hechos y la fuerza en la narración.
Por otro lado, el lenguaje es homogéneo, con las excepciones del empleo de términos gallegos o de expresiones coloquiales o peculiares de algún sector lingüístico. Hay que destacar su gusto por las precisiones médicas y por el léxico especializado de dicha disciplina, que utiliza con frecuencia.
3. Los grandes temas que Pardo Bazán expone en la novela son tres: una visión cruda —naturalista— del campo gallego; el contraste entre la vida en la aldea y la vida en la ciudad; y la corrupción del sistema electoral basado en el caciquismo y en la ignorancia. Los temas segundo y tercero sirven de complemento al primero, que constituye el eje básico de la novela.
La sordidez de la vida en los pazos, donde los criterios morales parecen estar ausentes, y los desmanes de la vida rural son descritos con crudeza. Es frecuente en la autora el recurso constante a las razones ambientales, fisiológicas y médicas para explicar conductas, aunque sin llegar a un completo determinismo.
En la misma línea naturalista hay que situar el enfrentamiento entre la ciudad y la aldea. La novela simboliza el triunfo de esta última, con un Perucho vestido elegantemente, según la costumbre tradicional que exige que la sucesión nobiliaria siga la línea masculina. La hija legítima, sin embargo, va pobremente vestida, como si no fuera hija del marqués. Sabel, la mujer de la aldea, permanecerá en la casa, mientras que la mujer de la ciudad, Nucha, será tachada de infiel y morirá a causa de su debilidad física pocos meses después. Ha sido la concubina, y no la mujer legítima, quien ha dado un hijo varón al señor semifeudal. Pero, por otro lado, el triunfo de la aldea y de la naturaleza supone también el triunfo de la barbarie y de la injusticia. La novela adquiere en este punto, aunque no de una manera explícita, un tono agudamente crítico. La farsa en que se convierten las elecciones y la amoralidad como criterio de conducta son ejemplos significativos.
Por último, se presenta la crítica del caciquismo como sistema político imperante en el mundo rural (si bien impulsado desde la también corrupta ciudad). Pardo Bazán plasma con fuerza inusitada los turbios manejos de los caciques de uno y otro bando; la beligerancia de buena parte del clero, que por su condición debiera permanecer neutral y se convierte, sin embargo, en agente principal de una de las facciones; la crueldad de los pistoleros a sueldo que emplean sin recato ambos bandos y hacen gala de una total falta de escrúpulos para llevar a cabo toda clase de engaños electorales, etc.
 

Seis falsas novelas Ramón Gomez de la Serna

Ramón Gómez de la Serna
(Madrid, 1888-Buenos Aires, 1963) Escritor español. Licenciado en derecho por la Universidad de Oviedo, consagró su vida exclusivamente a la actividad literaria, en la que se mostró como un escritor fecundo y pionero de un tipo de literatura que, dentro de la más pura vanguardia, se erige como una construcción personal de gran originalidad.
Sus primeras obras muestran una actitud crítica e innovadora frente al panorama literario español, dominado por los noventayochistas, y coinciden con la dirección, asumida desde 1908, de la revista Prometeo, receptora y difusora de los primeros manifiestos vanguardistas en España, de los que fue su primer e incondicional defensor e impulsor. Animador indiscutible de la vida literaria madrileña, en 1914 creó una de las tertulias más frecuentadas y famosas con que ha contado Madrid, la del Café Pombo.
Su particular visión de la literatura, concebida dentro de los presupuestos del arte por el arte, sin ningún intento de reflexión ideológica, dio lugar a un género inventado por él, las greguerías, definidas por el propio autor como «metáfora más humor». Consisten en frases breves, de tipo aforístico, que no pretenden expresar ninguna máxima o verdad, sino que que retratan desde un ángulo insólito realidades cotidianas con ironía y humor, a base de expresiones ingeniosas, alteraciones de frases hechas o juegos conceptuales o fonéticos.












Su vasta producción literaria incluye desde artículos y ensayos, algunos agrupados en libros, hasta dramas de tema erótico y obras más o menos novelísticas, muchas de ellas basadas en una trama truculenta, al modo de los folletines costumbristas, que por las incoherencias en la narración, las imágenes de tipo surrealista o el barroquismo de la expresión se convierten en una forma de absurdo que destruye todo sentimentalismo y las acerca a lo patético y grotesco.
En 1936, a raíz del estallido de la guerra civil española, se exilió en Buenos Aires con su esposa, la escritora Luisa Sofovich, y en 1948 publicó la obra autobiográfica Automoribundia, testimonio de su vida y compendio de su estilo y su personal concepción literaria.


(Falsa novela china)
Fragmento (1º Capítulo)
Los ojos lejanos
Niquita se sentaba en su esterilla, y, como si orase, miraba los confines del mar lleno de pescado azul.
Era su terraza ideal aquella en que, sentada, parecía un pato de nostalgia, mecida por todas las olas, regalada por la vida inmensa.
-¿Pero cómo te pasas el día contemplando el mar?- le habían preguntado en una ocasión.
-Porque mueve mejor mi corazón… Junto al mar se es como los molinos junto a los saltos de agua… Las aspas de mi imaginación dan vuelta veloces.
Niquita, como extático ramo de coral, se adormecía bajo el mar, bajo aquella visión interminable.
-¿Pero Niquita, qué te regala el mar?- la preguntaban.
-Pendientes y corales de perlas… En los días de mucha contemplación, tantas perlas, que siento cuánto hunden mi pecho.
Se embarcaban todas sus miradas, como esos barquitos de papel que en vez de evolucionar hasta ser pajaritas se quedan en barcas.
-¿Pero qué pensamientos escribes en el mar, tonta? – la había dicho su madre.
-Todos- había contestado ella, siempre tan graciosa en las contestaciones.
El caso es que ella miraba tanto el mar porque por el mar se había ido Yama, el marino de su corazón, siempre vestido de marino, en los barcos que están siempre dispuestos a dispuestos a disparar cualquiera de los cañones, los de cincuenta milímetros como los de cien, en andanadas, debidas al optimismo del barco recién baldeado.
-El mar está lleno de pañuelos de despedida – ha dicho ella cuando el mar está un poco picado.
-El mar es hoy bodega de botellas con misivas dentro – dijo el día oscuro en que la tormenta lo había sembrado de leños astillados.
El marinero de gorra japonesa sobre los ojos miraba con los catalejos interminables de los que sacan cien escalones para las distancias, pero no veía a su novia sentada cono clueca sobre los pies chiquitillos.
El marinero de la gorra japonesa alargaba siempre más y más su catalejo, ensanchándole las articulaciones, yendo a tropezar con el horizonte frente a su último desarrollo.
 Niquita, como insomne del mar, sobre su colchón de muelles desiguales y bastas incapaces, estaba quieta, seria, con los ojos despedidos de los ojos.
El conflicto de un solo corazón es siempre el conflicto de un solo corazón, castañita inerme en medio del fuego de la pasión, que es como puchero que se pone al rojo.
Niquita lanzaba caricias al mar, como si el mar pudiera devolver en sus ondas al barco que navegaba ya muy acariciado de por sí.
A veces sentía celos.
-Están asomados a otras ventanas las mujeres que aceptan a cualquiera que pase. El marino está de espaldas a sus viejas novias. Le vuelve soltero el mar siempre y sobre todo en la época de sus trajes blancos, se vuelve adolescente y vuelve a fumar el primer cigarrillo y a tener la primera novia.
-Al llegar a tierra los marinos blancos- pensaba ella – hacen la primera comunión.
-En el maletín con que pasan a tierra –seguía pensado- llevan peines y cepillos, pero ningún retrato.
Numerosas letras chinas caían en el mar y se iban deshechas, con los palitroques flotantes, deslavazados, como en esos días que el mar, muy movido, saca de no se sabe dónde algas, asteriscos y palotes.
Veía Niquita lo que pensaba en gran tamaño, como escrito con las letras de los pendones de procesión, habiendo siendo gastados en su ejecución los más grandes lingotes de tinta china.
La resaca del mar era para Niquita de lo más comunicativo que existía y los dragones del mar de la China se asomaban ansiosos de recoger noticias, ávidos como perros leales para servir a su amo, engalgado sobre el mar.
Todo el mar de China, fecundo, inmenso ,solitario, vivía como una pradera alegre. Los peces voladores se destacaban del mar y volaban alrededor del palacete de cañas, ellos ya parecían traer una misión cablegráfica. Eran en la luz peces de cristal con las aletas del más fino vidrio que transparentaba el cielo lleno de amigas de luz.
Le gustaba sentir la caricia de las distancias tan blandas en el acariciar, siendo tan inmensas. ¿Cómo podían parar tanto su pulso al llegar a sus cabellos? ¿Cómo podían mover solamente sus cairelillos sueltos?
Todas las agujas de oro de su peinado recogían las emisiones lejanas. En cada una se amparaba la emisión de un barco.
Y ella encontraba que su misión estaba realizada pasando todo el día en la terraza como vigía de una sola misión, atenta a las mil señales que hace el gestero mar, deshaciendo los augurios con su sola presencia, escribiendo en el sol del ocaso la misiva que caía con el sol en el buzón del mar, el buzón de alcance para su amor de cada día. (…)
Seis falsas novelas.  Ramón Gómez de la Serna.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Un día cualquiera

En mi destino hay muchas cosas que se me escapan, pero hay otras que si están bajo mi jurisdicción. Hay una serie de boletos de lotería que puedo comprar, aumentando mis posibilidades de llegar a ser feliz. Puedo decidir como paso el tiempo, con quien me relaciono, con quien comparto mi vida, mi dinero, mi cuerpo y mi energía. Puedo seleccionar lo que como, leo y estudio. Puedo establecer cómo voy a reaccionar ante las circunstancias desfavorables de la vida; si voy a considerarlas maldiciones u oportunidades (y cuando no consiga ser optimista, por que esté pasando por un momento de bajón, puedo decidir intentar cambiar de actitud) puedo elegir las palabras que uso y el tono de voz que empleo para hablar con los demás. Y, por encima de todo puedo elegir mis pensamientos.
Fernando Romero Enviado desde mi oficina móvil BlackBerry® de Telcel

lunes, 5 de septiembre de 2011

Gafas para la novia...

Un muchacho se fue a Madrid en viaje de trabajo. Su novia Marta necesitaba unas gafas para la vista y encontrando la ocasión perfecta para comprarle unas muy bonitas y baratas, entró en una óptica.
Después de ver varios modelos, se decidió por unas y se las compró... La vendedora se las envolvió, pagó la cuenta pero, al marcharse, en lugar de tomar el paquete con las gafas, tomó otro muy parecido que había al lado.
El paquete contenía unos BLUMERS (panties, bragas) que una dama  acababa de comprar en Victoria Secret.
El muchacho, sin darse cuenta de la equivocación  fue directamente a la oficina de correo y envio el paquete a su novia, junto con una carta.
A los pocos días, la madre de la chica encuentra a Martaa(la novia) desmayada con la carta al lado que decía:
 Querida Marta: Espero que te guste el regalo que te envío, sobre todo por la mucha falta que te hacen, ya que llevas mucho tiempo llevando los mismos y éstas son cosas que se deben cambiar amenudo.
Espero haber acertado con el modelo y especialmente el tamaño. La vendedora me dijo que eran de la última moda, y de hecho me enseñó los suyos y eran iguales.

 Yo, para comprobar si se sentían bien los cogí y me los puse también allí mismo. No sabes cómo se rió la vendedora, porque esos modelos femeninos en los hombres quedan muy graciosos, y más a mí, que sabes que tengo unos rasgos muy prominentes.
Yo aun sin poder decidirme le pedí ayuda a una chica que había allí. Ella me los pidió para ponérselos y se quitó los suyos y se los puso para que yo pudiera ver cómo le quedaban. La verdad es que a esta chica le lucían menos que a la vendedora, ya que todo su abundante pelo se le salían bastante por los lados, pero aún así, me pareció que le favorecían muchísimo.
Finalmente me decidí y te los compré.. Póntelos, y se los enseñas a tus padres, hermanos y, en fin, a todo el mundo, a ver qué dicen.
Al principio te sentirás rara... acostumbrada a ir con los viejos y últimamente a no llevar ningunos... pero sobre todo, verifica que no te queden pequeños, porque si no te van a dejar una marca cuando te los quites.
Ah, y ten cuidado también de que no te queden grandes, no sea que se te caigan cuando vayas andando.
Para que te resulten más bonitos, me han aconsejado que los limpies muy a menudo. Además alargas su vida útil.
Igualmente me recomendaron que tengas cuidado con los roces porque se acaban estropeando.

 Llévalos con cuidado y, sobre todo, no vayas a dejarlos por ahí y que se te vayan a perder como te pasó con los negros que tenías puestos cuando nos conocimos, ya que tú tienes la costumbre de quitártelos en cualquier parte....
En fin, para que te voy a decir más... la verdad es que estoy deseando vértelos puestos... Creo que este es el mejor regalo que podía hacerte..
Un beso, Paco