miércoles, 7 de mayo de 2008

En busca de las mejores Pitayas

Al corazón de las pitayas.

En busca de la mejor pitaya, fruto de la temporada de calor.

Pitayas pitaaaaaayaaaas!!! Gritan por las calles de mi barrio en Guadalajara un grito que solo en los meses de abril y mayo se escucha por estas calles y es que los vendedores de pitayas, frutos de los cactus de la zona de Sayula, Jalisco, invaden la ciudad ofreciendo esta exótica fruta que se madura en esta temporada de calores y que su temporada es muy corta, con las primeras lluvias se acaba la cosecha, me imagino que es un fruto muy delicado ya que al transportarlo para su venta lo introducen en cestos y acomodan las pitayas entre ramas de alfalfa o hierbas frescas para mantenerlas frescas

Esta vez fuimos a buscar la zona de las pitayas en las cercanías de mí cuidad, Guadalajara; la ruta fue en siguiente orden:

Guadalajara

San marcos

Zacoalco

Techaluta

Teocuitatlan

Citala

Tuxcueca

Guadalajara

El recorrido es no mayor a los 200 kilómetros un circuito ágil agradable caluroso en esta temporada pero con muchas opciones para detenernos, ya sea a tomar fotografías, disfrutar de los antojitos de la zona, comer las famosas pitayas al borde del camino o entrar a las huertas del la zona en algunos ranchos al pasar.

Esta vez iniciamos el recorrido y la primera parada fue a disfrutar de un fresco tejuino con nieve de limón, justo en el cruce de la carretera libre a Cd. Guzmán y las vías del tren cerca de la desviación a San Marcos ahí ofrecían tejuino, artesanías, guamúchiles, birria en fin era como una zona de comidas rápidas a bordo del camino; el tejuino es una bebida refrescante que se elabora apartir de la fermentación del maíz –es delicioso--- paramos a tomar nuestro brebaje en un pequeño toldo que atendía una señora muy amable con sus niños muy sonrientes por cierto, y de paso a ver las artesanías de la región, consisten en objetos decorativos hechos apartar de ramas de árboles o arbustos que los artesanos de la zona transforman en bicicletas, carretillas, canastos, cabañas a escala, todas elaboradas con pura ramas, me parece muy creativo, algunas incluso muy ingeniosas como las que ven en estas imágenes

De ahí seguimos hasta el crucero de San Marcos, un pequeño pueblo en las faldas de la montana oriente de la zona a bordo de la laguna del mismo nombre, para llegar al pueblo se toma una angosta carretera que en un momento pasa por arriba de la autopista a Manzanillo, en el camino vemos algunos ranchos, huertos y algunos espectaculares árboles antiquísimos, vasta ver el grosor de sus troncos para darnos una idea de su antigüedad, son por lo menos una docena de estos árboles de troncos muy gruesos y sombras estupendas para comer debajo de ellos, el calor en esta temporada del año en la zona es muy intenso; la laguna de San Marcos es de temporada, solo en tiempo de lluvias se forma un espejo de agua de poca profundidad esto hace que varié la temperatura y se torne mas agradable pero en temporada de sequía esta laguna queda completamente seca por lo que se vuelve aquello mas caluroso y polvoriento, ahí se llegan a formar torbellinos en un instante por las altas temperaturas de la zona.

El camino a San Marcos es no mas de quince Km. Dice una canción “San Marcos tiene la fama de las mujeres bonitas” este pueblo ya no las tiene, o por lo menos no las vi.; es muy solitario y abandonado, tiene una pequeña iglesia y justamente en estos días de mi visita se celebra a San Marcos, santo patrono del pueblo, por lo que a la hora que llegamos todo estaba muy tranquilo era domingo alrededor de las 12 del día y los puestos de la feria ni siquiera habían abierto, el señor cura oficiaba misa en un templo lleno.

El templo y el jardín de la comunidad son pequeños, pero no así abandonados, se ve el cariño del pueblo por su iglesia y su jardín que ambos los conservan en muy buen estado, la decoración del templo, supongo que por ser los días de fiesta era mas vistosa de lo que me esperaba, el cura celebraba la misa así que decidimos permanecer en la entrada y mostrar respeto a la celebración quedándonos en la puerta del templo y retirarnos sin interrumpir.

Nuestra siguiente destino fue en Zacoalco de Torres, población famosa por la producción de equípales; los equípales son sillones de cuero y madera, típicos de la cultura mexicana y que aparte de ser muy cómodos se exportan a muchos países; esta ciudad es la principal en México en la producción de los famosos equípales aparte de los equípales uno de los atractivos de la pequeña ciudad es su jardín y su iglesia; Jalisco es de los estados de México con mas tradición en la religión, generalmente encontramos que los templos son los lugares mas representativos de cada población, en esta ocasión el templo y su jardín se encuentran muy cuidados y muy limpios por ser domingo había mucha gente en la zona.

Continuamos nuestra ruta el siguiente destino era Techaluta, un pequeño pueblo al margen de la carretera (54) libre a colima que el atractivo o su fama es por los frutos de sus tierras; las famosas y buscadas pitayas, ya cerca del pueblo se van divisando lo pequeños tendidos en donde los pobladores ofrecen sus frutos en canastos, ahí mismo le las preparan, les quitan las espinas de hecho no imaginaba como eran con toda su cubierta de espinas, se parecen a las tunas pero con muchísimas mas espinas; el sabor y la textura de estos fruto es muy diferente al de las tunas que se venden en casi todo el país.

Pitayas hay de muchos colores, al quitarle la cáscara sorprende el color del fruto, son colores muy intensos y brillosos los hay amarillos, rojos, violetas, verdes, en fin es mucha la variedad de colores y complementan el placer de comerlos con su sabor, dulces pero no empalagosos, su textura es como de delgados y frágiles hilos de pulpa que se desbaratan en la boca son realmente sabrosos, y lo interesante es que solo es una corta temporada del año cuando podemos disfrutarlos.

Techaluta es un pueblo pequeño, sus calles empedradas tienen su encanto, muchas casas lucen abandonadas, muros de adobe resguardan en su interior la invasión de los cactus con pitayas, al interior de algunas fincas abandonadas es fácil encontrar los cactus ocupando la tierra como los nuevos o quizás los verdaderos residentes de la zona; se pueden ver algunas fincas señoriales, especialmente frente al templo su iglesia tiene un atrio bastante amplio y en un rincón del jardín, tiene un representación de la aparición de la virgen de Guadalupe.

Continuamos la ruta, siguiente destino Teocuitatlan, atrás van quedando los campos de pitayas, ahora tomamos una carretera que atraviesa la laguna de San marcos de poniente a oriente la invasión de el agave por el éxito de el tequila es evidente en la zona, muchas tierras ahora son empleadas para el su cultivo, del otro lado de la laguna en la parte baja del cerro del camaleón se encuentra la población de Teocuitatlan, antes de llegar se ven algunos balnearios con albercas que invitan a refrescarse, también hay huertas, se nota mucha actividad agrícola, el pueblo como muchos poblados en Jalisco luce un tanto solitario, curiosamente en este pueblo la iglesia principal no se encuentra frente al jardín, el templo de construcción aneja --por lo menos 100 anos-- es de estilo señorial, su campanario se divisa desde que entramos a la población, pero un laberinto que forman las calles lo esconde por unos momentos; al pasar las rejas del atrio, vemos a una señora mayor que cuida el lugar, ella tiene las llaves de la reja una llave grande de esas antiguas como de 15 Cms.; Amablemente espera que lo recorramos y nos invita a conocer el interior del templo, cuenta que ahí reposan los restos de un obispo que hace pocos años murió y que era originario de esta ciad, el jardín del pueblo muy limpio por cierto se ve desierto pero quizá es por la hora son mas o menos las 3 de a tarde ya que hay muchos puestos ambulantes incluso un pequeño callejón hace las veces de área de comidas por la cantidad de puestos que ofrecen de comer, –tacos, tortas ahogadas, birria, tostadas de carne de puerco-

El pueblo ahora tiene un libramiento de esos que creo mejor no deberían de hacer hay pueblos que viven de los consumos de los que pasan, este lugar escondido en las faldas de la montana es ruta de paso hacia la rivera de el lago de Chapala, con seguridad mucha de la economía depende del trafico de vehículos, camiones, etc. Con un libramiento me imagino que la actividad comercial se debilita pero esa es otra historia.

Siguientes paradas

Citala y Tuxcueca la primera población mas parece rancho que pueblo y que me disculpen sus pobladores pero es realmente muy pequeño, su templo es de reciente construcción o mejor dicho reciente terminación; por los laterales de la nave del pequeño templo se ven materiales antiguos que reflejan el paso del tiempo, la fachada se ve de estilo actual es realmente un poblado muy pequeño, continuamos el trayecto hacia Tuxcueca; se encuentra del lado norte del cerro del camaleón, atravesamos la pequeña sierra que forma esta elevación por un camino nuevo y sinuoso encontramos dos presas pequeñas casi vacías listas para el temporal de lluvias que se avecina; entre curvas hacia la derecha y la izquierda de pronto aparece ante nuestros ojos la laguna de Chapala, el lago natural mas grande de México lo divisamos desde una altura de mas o menos 100 metros sin poder detener la marcha por lo sinuoso del camino y sin miradores adecuados ,no alcanzamos a ver el extremo oriente; el clima cambia la humedad de la laguna se refleja en las laderas de las montanas, se miran verdes, con vida no secas como de el lado de la laguna de Sayula.


Acalorados y sedientos llegamos a Tuxcueca, pueblo ribereño de la laguna, antigua población, tiene una esplendida vista de la laguna, malecón con acceso a embarcaciones y algunas sombras, una gran iglesia a un costado de el jardín principal, restos de antiguas casonas señoriales y en una loma del pueblo, una pequeñita capilla se levanta a la virgen de Guadalupe; desde ese punto la vista de la laguna es espectacular.

Descansamos en la frescura de la ribera de la laguna de Chapala, comimos, conversamos incluso vimos a un niño recoger jitomates pequeños del tamaño de una canica, de algunas plantas que crecen silvestres en el malecón de Tuxcueca. Regresamos con el sol de la tarde a Guadalajara con una mezcla curiosa de sabores, tejuino, pitaya, y jitomates silvestres y contentos de conocer los caminos cercanos de la ciudad.

Saludos

Fer

álbum de fotos


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