martes, 2 de diciembre de 2008

Exitoso estreno de la ópera Santa Anna


Santa Anna entonó sus batallas en el Diana

Durante el estreno de la ópera, Carlos Fuentes estuvo acompañado por Gabriel García Márquez y cerca dos mil espectadores, que al final le aplaudieron el montaje protagonizado por el tenor Fernando de la Mora.

La ópera en dos actos, fue protagonizada por Fernando de la Mora. Foto: Felipe Salgado

No hubo alfombra roja. No como las que se extendieron en el escenario mientras Fernando de la Mora daba voz a Santa Anna. Los asistentes al estreno en Guadalajara de la ópera escrita por Carlos Fuentes ingresaron al teatro Diana sin el cobijo de decenas de flashes, esos fueron adentro, discretos, hasta que dio inicio la función. Políticos, escritores, funcionarios, actores, socialités… desfilaron en el atrio del teatro. Saco y corbata, el uniforme. Adentro, el homenajeadísimo Carlos Fuentes esperaba en el palco catorce, uno de los más cercanos al escenario, hojeaba el programa de mano, de cuando en cuando se movía para observar como se ocupaban las butacas, y hacía algunos comentarios a Raúl Padilla López.

La ópera en dos actos, fue protagonizada por Fernando de la Mora.

Al centro, en la segunda sección de luneta, en la fila siete, Gabriel García Márquez esperaba con cara de seriedad a que el telón se levantara: revisó en un par de ocasiones la hora en su muñeca, y no se le vio muy platicador con su compañero de butaca, el gobernador del estado Emilio González Márquez, quien llegó al estreno de la mano de su esposa, Imelda Guzmán. El escritor y el mandatario fueron el blanco preferido de los fotógrafos, quienes amontonados en una de las paredes contiguas al escenario buscaban a Carlos Fuentes para la foto del día. Pocos lo vieron, flotaba sobre sus cabezas.

Se escuchó la tercera llamada. Los cerca de dos mil asistentes se prepararon para ver la vida de Antonio López de Santa Anna, que en el ocaso de su vida recuerda sus victorias y derrotas como “fundador de la república” y como ocupante de la silla presidencial once veces. Las fallas de sonido comenzaron a los ocho minutos de abrir el telón, y continuaron intermitentemente durante el espectáculo, mientras la música compuesta por José María Vitier acompañaba la historia protagonizada por De la Mora, Verónica Alexanderson, Grace Echauri, Hernán del Riego y Lourdes Ambriz. La escenografía cubrió el entarimado, con grandes telones que semejaban la forma de las montañas. El mobiliario fue poco, pero no faltó el trono presidencial, ni la alfombra roja por la que caminaba Santa Anna, al tiempo que platicaba sus proezas.


Cuando terminó la primera parte, los asistentes aprovecharon para reunirse en el vestíbulo, otros para cazar un autógrafo de García Márquez, quien regaló algunas firmas hasta en los programas de mano de la ópera. Cuando se cansó, el colombiano espetó: “Mejor búsquense a Fuentes, que se los firme él” y aprovechó para platicar con Padilla López, quien aseguró que luego de su función en Guadalajara, la ópera se irá a Xalapa, Monterrey y Puebla, incluso hay planes para montarla en Barcelona. Por su parte, el gobernador intercambió algunas palabras con el autor de Cien años de soledad y opinó que el montaje “está muy bien”. El escritor apenas asintió con la cabeza y prefirió guardarse su opinión cuando se le preguntó qué le parecía la obra escrita por Fuentes: “Si le digo a usted, le tendría que decir a todos los demás de la prensa que vinieron y no quiero”.

Tras 20 minutos, los espectadores regresaron a sus lugares para presenciar el final de Santa Anna, quien perdió todas las batallas y se retiró de la vida pública. Entre bailables y coplas veracruzanas, la partitura de Vitier surtió fuertes cambios de tonalidades. Al final, casi dos horas y media después, el dramático final de Santa Anna llegó a escena junto con los constantes aplausos, que recibió todo el elenco, junto con el propio Fuentes, quien caminó por el escenario para formar parte de la ovación.

“Es una comedia musical”

[La idea de escribir sobre Santa Anna] nació de una conversación que tuve hace un montón de años con Vargas Llosa, en una cantina inglesa, donde tuvimos la idea de hacer un libro que se llamase Los padres de las patrias”. Con estas palabras, el escritor mexicano Carlos Fuentes relata el origen de la ópera que, protagonizada por el tenor Fernando de la Mora, se estrenó anoche en Guadalajara, luego de su primera función, el 20 de noviembre pasado, en la ciudad de México.

Se trataba, continúa el narrador mexicano, de que los escritores latinoamericanos “escogerían cada uno a su dictador favorito. “Para él [Vargas Llosa] y para mí era muy fácil. Yo tenía a Santa Anna y él tenía a Leguía, no digamos los venezolanos, los argentinos, los colombianos, los cubanos… todo mundo tenía un dictador favorito. No se pudo organizar bien ese proyecto. Por su parte, García Márquez escribió El otoño del patriarca, Roa Bastos Yo el supremo y finalmente Vargas Llosa lo hizo sobre Trujillo”.

El autor de La región más transparente recordó que Santa Anna estuvo en el tintero mucho tiempo y que, después de todo, no quiso hacer una novela: “Santa Anna es una comedia musical, es una farsa trágica, de cierto modo. Es lo que intenté hacer”. Cuando se le pregunta sobre si varió lo que escribió respecto al montaje completo, señala, bromista: “Una obra que va a la escena pasa por muchas manos: hay un músico, un director, los intérpretes... de manera que voy a dejar que usted vaya por la noche, juzgue y me venga a decir a mí lo que le pareció”.

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